(Para trabajar el decálogo, ver Anexo 1 de la dinámica y material)
La liturgia se organiza en tres años: año A, año B y año C. Volviéndose a repetir cada tres años, es decir, lecturas, personajes, etc, son cíclicos. El año C que ahora comenzamos utilizará preferentemente el Evangelio según San Lucas; de él se ha dicho que es “el Evangelio de la misericordia y de los pobres” y “el Evangelio del Espíritu Santo y de María”. (Fue el Evangelio que trabajamos el año pasado)
Con la llegada del tiempo de Adviento, se nos concede a todos los cristianos un nuevo tiempo para confiar , vivir y sembrar Esperanza.
El Adviento no consiste en esperar, sino en celebrar que la espera ya ha sido colmada, que la Promesa se ha hecho realidad. Porque Adviento es la presencia salvadora de Jesús en nuestras vidas, en nuestra Iglesia y en cada uno de nuestros Colegios Vicencianos. Es una presencia ya hecha realidad. No esperamos que el Salvador vaya a nacer, sino que el Niño es ya una realidad en nuestras vidas o que debería serlo todavía más, y eso colma nuestra Esperanza definitiva.
Como educadores vicencianos se nos abre la puerta esperanzadora del Adviento. Comienza el tiempo para celebrar que Dios es Dios entre nosotros, el Emmanuel, el esperado de los tiempos. No somos para la Esperanza, somos Esperanza para el mundo que debemos sembrar, celebrar y proclamar.
Adviento no es mirar al cielo esperando que algo suceda: “Galileos, ¿qué hacéis ahí mirando al cielo?” (Hch 1, 11). Adviento es mirar al suelo para que sea posible el milagro de renacer.
En este tiempo de Adviento, en este tiempo de Esperanza, estamos llamados a afrontar como vicencianos un nuevo reto… porque esperar no es cruzarse de brazos, sino pasar a la acción, una acción creativa y eficaz que nos haga abandonar todo aquello de nuestras vidas que ya no sirve para nada, ya sea porque es del pasado o porque no sirve para los tiempos actuales.
Para la reflexión…
Escucha con atención: Esperarte (Grupo CoMpaSIóN)
Los personajes bíblicos del adviento, sobre todo son: el profeta Isaías y Juan el Bautista . Ellos son voz, los mensajeros del mensaje, los mensajeros de Dios; los encargados de gritar a todos que se acerca la salvación. Su ruego es: “ Preparad el camino al Señor ”.
Isaías y Juan el Bautista, como nosotros, son mensajeros porque cumplen con dos requisitos muy importantes: vivir la escucha, transmitir con nitidez . Ellos, con su mensaje, tienen que sacar de su dolor a los que viven en el desánimo, tienen que devolver las ganas de vivir y de compartir a los que se han replegado sobre sí mismos. Tienen que demostrar la grandeza de la fe, el poder de la esperanza y la fuerza del amor.
Isaías y Juan el Bautista, tienen que ser los mensajeros que lleven a todos la alegría de saber que, ante ellos, se abre una nueva oportunidad.
Ellos son la voz que grita, son los testigos. Vienen para dar testimonio de la luz. Vienen a llamarnos a todos para que seamos, como ellos, voz y luz aquí y ahora, en el mundo donde nos ha tocado vivir. Y María, Virgen de la esperanza y madre del salvador.
Ellos, el profeta Isaías y Juan el Bautista, son:
voz de consuelo : diciendo al abatido una palabra de alivio;
voz de esperanza : capaz de preparar los caminos del Señor;
voz liberadora : amortiguando las cargas pesadas de los demás;
voz que sana : perdonando las ofensas de los otros;
voz que interpela : dando testimonio desde la vivencia de la Palabra de Dios;
voz que alegra : regalando sonrisa y buen humos;
voz que pacifica : ayudando, desde la serenidad y la calma;
voz para los demás : para los sin voz, para los tímidos, para los que encerrado en sí
mismos;
voz que sabe romper silencio de los que no tienen nada que decir .
Y nuestro mundo, nuestra vida está saturado de mensaje, noticias, anuncios, ruidos. Estamos en un mundo donde no se oye nada de lo que decimos, porque siempre hay alguien que habla más fuerte que nosotros. Estamos en un mundo de voces que nos mandan mensajes sin cesar:
Dios ha venido, viene y vendrá definitivamente a nosotros.
Durante el tiempo de Adviento, la liturgia nos invita a tomar conciencia de la venida del Señor. Su cedió en Belén hace más de 2000 años y hoy, como educadores cristianos que seguimos el ejemplo de San Vicente de Paúl renovamos el deseo de su segunda venida, donde Jesús, ese pequeño Niño que nació pobre y humilde en un establo se manifestará al final de los tiempos para instaurar un Cielo nuevo y una Tierra nueva.
Si me detengo por un segundo a mirar en “mi mundo”, quizás puedo ver preocupaciones, falta de tiempo y prisas por llegar, materialismo, ruido, asuntos pendientes, conflictos sin resolver, falta de paz y tranquilidad… y en medio de todo… miro… y quizás me de cuenta que me he olvidado del verdadero sentido de mi existencia y de mi verdadera vocación como educador vicenciano…
Sigo mirando y… ¿dónde dejé a Dios? ¿Dónde quedó la Esperanza?
San Vicente dijo:
“Dadme un hombre de oración y será capaz de todo”
Pero:
El Adviento es tiempo de Esperanza y actualmente, en nuestra sociedad la esperanza es una virtud algo olvidada. Vivimos en una sociedad donde se respira más bien desencanto y frustración. Quizás nuestra confianza no está bien fundamentada porque nos centramos tan solo en la confianza humana y dejamos de lado la confianza en Dios y en sus promesas.
A partir de hoy se te brinda una nueva oportunidad para vivir y disfrutar la alegría del Adviento, pon más Adviento en tu vida, contempla las promesas que Dios nos ha hecho, disfruta y descansa en ellas. Regálate un tiempo para la oración, una mayor atención a las inspiraciones del Espíritu, que quiere hacer maravillas en nosotros y a través de nosotros.
La espiritualidad del Adviento es una espiritualidad comprometida, un esfuerzo hecho por la comunidad para recuperar la conciencia de ser Iglesia para el mundo, servidora de la humanidad, solidaria con todos los hombres y mujeres de nuestra sociedad, y una opción por los más vulnerables.
Vivamos disponibles con quien necesita nuestra ayuda. Vivamos la esencia de nuestro carisma en profundidad y con las manos llenas de esperanza y de buenas obras.
¡Vivamos el Adviento!
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