Quizás este título sería un buen modo de resumir el final de la etapa de pronovel, vivido este 11 y 12 de marzo. Y es que, Luis Ángel nos recordaba como Jesucristo se ciñó la toalla a su cintura dispuesto a servir. Y a eso estamos llamados, no somos educadores sin apellidos, somos educadores VICENCIANOS ¿Y qué es eso? Que debemos colocarnos en el último lugar de la fila para poner a los pobres los primeros. Conlleva no ir delante sino frente a ellos para poder mirarle a los ojos y saber qué necesitan en cada momento. A veces no es necesario pedir ayuda, a veces con una mirada basta.
Pero… ¿este pronovel no consistía en una formación a docentes? ¿Es necesario que nos hablen de los pobres? Rotundamente SI. Porque cuando a cada uno de nosotros nos contrataron, recibimos también un gran regalo. Como decía una compañera, tuvimos la gran suerte de ser invitados a compartir la MISIÓN de las Hijas de la Caridad. Sus pobres son nuestros pobres, sus manos ahora también nuestras manos. Y no lo hacemos porque si, sino como lo hizo Jesús: POR AMOR. Un amor (como nos decía Fran) que, siendo muy distinto al enamoramiento, se entrega, se vacía, se dona. Con este regalo podemos sentirnos muy afortunados pero por supuesto también es una gran responsabilidad.
La misma responsabilidad que tenemos con nuestros alumnos y familias. En la última dinámica presentada por Inmaculada, comparábamos nuestra labor con el oficio de jardineros. Y realmente no se puede llevar más razón. Tenemos en nuestras manos unas semillas preciosas que por pequeñas que parezcan en un futuro pueden ser enormes y dar unos frutos preciosos. Todas estas semillas no son iguales pero a todas hay que cuidar, mimar, sostener para que algún día puedan soltarse del bastón que les ha acompañado durante años: sus maestros y profesores. Y en ese desprendimiento, nosotros somos los responsables de que ellos sepan caminar solos y no caigan ni tengan miedo de no tener el bastón. Para esto, es necesaria una educación donde se les ayude a pensar por ellos mismos, a autoconocerse, a tolerar la frustración… porque se avecina una sociedad líquida, de cambio e incertidumbre. Y en ella no puede entrar la inseguridad, dependencia y aprendizaje mecánico.
Para concluir y finalizar, voy a tener el atrevimiento de ser una humilde portavoz de mis compañeros. Podemos afianzar en estos momentos más que nunca nuestra vocación. Estamos dispuestos a DAR nuestra vida y a intentar estar a la altura de la misión que un día las Hijas de la Caridad compartieron con nosotros.
Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia mientras navega por el sitio web. De estas cookies, las cookies que se clasifican como necesarias se almacenan en su navegador, ya que son esenciales para el funcionamiento básico del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utiliza este sitio web. Estas cookies se almacenarán en su navegador solo con su consentimiento. También tiene la opción de darse de baja de estas cookies. Pero la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar su experiencia de navegación.
Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.
Deja una respuesta