Parece mentira, pero ya ha pasado un mes desde que se celebrara en Cracovia la Jornada Mundial de la Juventud. Y a día de hoy nos complace mucho compartir la carta de un joven que nos relata su experiencia en este acontecimiento. Su nombre es Tony Barakat, procedente del Líbano y que actualmente reside en España prestando un servicio de voluntariado en el Secretariado Internacional de JMV, en Madrid.
«La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que priorizan, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan.
Con mucha emoción y reflexión en esta frase del Evangelii Gaudium 24, el 21 de julio de 2016 empecé un viaje que tanto deseaba mi corazón: Encuentro Internacional de los Jóvenes Vicencianos y Las Jornadas Mundiales de la Juventud. Ésta vez los encuentros tuvieron lugar en Cracovia, Polonia, la ciudad del Santo Papa Juan Pablo II.
Después de 8 horas de vuelo, nos recibieron los chicos de MISEVI Polonia en el Aeropuerto Internacional de Cracovia y una hermana de la Congregación de las Hijas de la Caridad que llevaba el coche.
Llegamos a Piekary, donde tuvo lugar el EJV. Los jóvenes de JMV, que organizaban todo el encuentro, nos estaban esperando. Nos dieron la bienvenida y nos enseñaron nuestra habitación donde pasábamos todo nuestra estancia en Polonia.
El sábado 23, a las 16 horas, el sitio estaba lleno de jóvenes, más de 1300 joven estaban ahí presentes. De todos los lugares del mundo, vinieron a compartir su fe, su ilusión y su experiencia de JMV, SSVP y de las otras ramas de la familia Vicenciana a nivel personal, físicamente y también espiritualmente con los demás países que no han podido participar, al ejemplo de Madagascar, que no lograron llegar, y otros que no han podido participar, al ejemplo de España.
El Padre General P. Tomás Mavric, el Presidente Internacional de JMV Yamcarlos Carrasco, el Consejero de Europa por JMV Ricardo Ferreira, la representante de la Madre General Sr. Carmen Pérez, El Subdirector Internacional de JMV P. Irving Amaro y yo, estábamos ahí participando y ayudando en las traducciones.
Fue muy emocionante la palabra del P. Tomás al inicio de la EJV. Nos invitó a abrir nuestro corazón para experimentar la Misericordia de Dios, y que, dejar a Dios actuar en nuestra vida, es dejarle hacer milagros por nuestra vía. «Jesus nos llama para seguirle: como sacerdotes, monjas, monjes, religiosos, misioneros,etc.»
Nos invitó también a aprovechar de la experiencia para responder a Jesús y decirle: te estoy escuchando, y voy a seguirte.
Diariamente, por las mañanas teníamos la catequesis, luego momentos para compartir, y después de la comida, a las 15:30, recitábamos el Rosario de la Misericordia, en 5 idiomas diferentes, luego otro momento para compartir en la misa, y por las noches, celebrábamos las fiestas culturales.
El encuentro fue un éxito, muy bien organizado por los jóvenes de JMV a todos los niveles.
El día 26 de julio, terminó el EJV y comenzaron las JMJ.
Era mi primera vez. Desde el primer día estaba todo el tiempo muy emocionado, intentando vivir todos los momentos al máximo, hasta el momento de recibir un ticket especial para participar en la vigilia, que tenía mi nombre. Nadie sabía por qué la mía era diferente a la de los demás. Llamé al centro de Información, pero me quedé sin respuesta.
Recibimos al Papa Francisco al día siguiente, y en la ceremonia, me sorprendí al ver la imagen de San Vicente de Paúl en el altar, anunciando que Él es el Patrón de los jóvenes en esta JMJ, y también la JMJ tenía la influencia de uno de los beatos más jóvenes de la Familia Vicenciana: Pier Giorgio Frassati.
Viví todo con mucha fe y mucha emoción, con los grupos: libanés, italiano, francés, de habla hispana, etc., hasta la noche del 29, no pude dormir ni una hora porque sabía que por la mañana íbamos a hacer la peregrinación hacia el sitio de la vigilia y de la misa final de envío.
El día de la vigilia, todo estaba preparado, yo estaba listo, y tenía una sensación muy extraña, positivamente extraña: iba a ver al Papa de muy cerca.
Después de 3 horas de camino, llegué al llamado «Campus de la Misericordia», y empecé a buscar mi zona según el ticket que me dieron el martes. Los voluntarios no tenían respuesta, y de repente vi a una chica de la fuerza armada, le pregunté y ella me dirigió hacia el sitio donde tenía que entrar.
En este sitio, me pidieron mis papeles y me trataron, vamos, como a un rey, y me dirigieron otra vez más cerca del escenario, y con cada paso, mi corazón se estaba llenando más de alegría, la sensación empezó a ser más fuerte y más segura. Pasando 7 fronteras, me encontraba en frente de la Puerta De Misericordia, crucé y otra persona de la fuerza armada me pidió los papeles y me pidió hacer el check up de seguridad. Y desde este momento, sabía que mi sueño iba a ser real. La chica me pidió ir al backstage, y luego me pidieron subir al altar.
La sensación de ver al Papa muy cerca, es emocionante. Su cara, su sonrisa, sus pasos, sus manos, sus ojos, yo estaba muy cerca de todo esto, vi todo esto junto a otros jóvenes de todo el mundo.
Al verlo por la primera vez, no sé qué pasó, pero me acuerdo que grité «¡¡Papaaaaa!!», y me salieron las lágrimas. El tiempo arriba pasó muy rápido, no sé explicar todo lo que viví en los 8 horas arriba. Pero estaba tan cerca que sentía su voz entrando mi oído, no la voz del micrófono, su voz real.
Me siento muy afortunado y doy gracias a Dios por haberme elegido para experimentar todo, Él sabe lo que hay en cada corazón. Los recuerdos del EJV y de las JMJ quedarán en mi corazón hasta el final y os animo a vivir la experiencia ya que en 2019 va a ser en Panamá. Vivir las 2 experiencias es muy enriquecedor tanto a nivel personal como espiritual.»
Damos las gracias a Tony por compartir con nosotros su bonita experiencia en Polonia disfrutando de la fe que une a tantas personas de diferentes lugares del planeta.
Y vosotros, ¿os animáis a vivir una experiencia así en Panamá en 2019?
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