Urbano, sencillo y cooperativo…
Así pensábamos los miembros del Departamento de Ciencias Naturales del Colegio Virgen Milagrosa de Sevilla que podía ser el huerto que necesitaban nuestros alumnos. Un huerto escolar urbano y ecológico como herramienta educativa para la formación integral y la adquisición de competencias que permitan al alumnado una incorporación activa y responsable a la sociedad en la que viven.
El Centro Virgen Milagrosa se ubica en una zona muy urbanizada de la ciudad de Sevilla, con una alta densidad de población. Aunque aparecen algunas viviendas unifamiliares, el mayor número de construcciones son viviendas colectivas de varias plantas con usos no residenciales en la planta baja. Las calles poseen arbolado decorativo pero son escasas y pequeñas las zonas verdes de ocio y descanso en la zona. Por todo ello, nuestro alumnado posee poca o nula relación con el medio rural y las labores agrícolas tradicionales por lo que consideramos necesario fomentar el interés crítico por el conocimiento del medio natural y las actuaciones que sobre él realiza el hombre.
Por otro lado, en este proyecto es muy importante la “sencillez” del mismo. En un momento actual donde lo habitual es el consumo indiscriminado de productos que generan un importante acúmulo de basuras de difícil gestión queremos que los alumnos de nuestro centro sean conscientes de la importancia del consumo responsable de objetos de uso cotidiano y del valor de la segunda oportunidad para muchos de ellos: Palets, botellas, plásticos,… objetos a primera vista inservibles que, tratados de manera adecuada y dejando volar nuestra imaginación, han dado forma a nuestro huerto alargando así su propio ciclo de vida y permitiéndonos realizar un ejercicio de aprendizaje que, confiamos, nuestros alumnos serán capaces de transmitir a sus familias, generando, de esta manera, una corriente que sume nuestro grano de arena a un planeta más verde.
Cooperativo, éste es el tercer pilar en el que se asienta nuestro proyecto. Colaborativo porque diferentes grupos de alumnos han sumado su esfuerzo individual para un proyecto final que es del centro y no solo de dicho grupo. Unos han preparado los recipientes, otros los han decorado, los más pequeños del cole han sembrado y regado, y otros alumnos han contribuido investigando la forma de acabar con algunos visitantes no deseados de manera ecológica, es decir, sin uso de productos químicos. Cada grupo de alumnos ha realizado su parte del trabajo para contribuir al beneficio final de todos.
Y en este momento, cuando toca echar la vista atrás sobre el camino recorrido y empezar a trazar las direcciones por las que caminaremos el próximo curso dos son las metas que nos proponemos. Por un lado, seguir creciendo, esto es, mayor espacio de siembra y diferentes formas de realizarla (siembra vertical, en escalera,…). Y por otro lado ampliar la relación con otras disciplinas educativas, aunque este año se han realizado actividades relacionadas con el huerto en todas las materias del departamento para el próximo curso nos parece importante ahondar en el carácter interdisciplinar de este recurso educativo.
Soñábamos un huerto y seguimos soñándolo como medio en el que educar a nuestros alumnos trabajando directamente en él, ofreciéndoles la posibilidad de desarrollar su espíritu crítico, sus habilidades investigadoras de resolución de problemas, fomentando su iniciativa personal y su capacidad de trabajar en equipo aceptando y valorando las opiniones de cada uno. Un huerto para trabajar desde distintas materias y con diferentes enfoques metodológico. Soñamos un huerto para nuestro cole, hecho por todos y para todos. Un espacio que mejore la “calidad ambiental” de nuestro centro educativo y de su entorno más cercano.
Mª Dolores Díaz