Vivimos en una sociedad y entornos en los que sentimos, profundamente, la «falta de tiempo». ¿Podríamos hacer algo por ello?
Cuando hablamos de tiempo podemos hacerlo desde dos medidas: la cuantitativa (Cronos) y la cualitativa (Kairós). El tiempo cronológico no lo poseemos, más bien nos posee. Éste es el que nos limita en nuestras acciones y el que podemos medir, para bien o para mal. Para organizarlo no tenemos más remedio que movernos entre la prioridad y la aceptación y controlar dos parámetros: la importancia de las tareas que debemos hacer y la urgencia para finalizarlas. Siguiendo algunos principios podremos ajustar nuestro tiempo para lograr la mayor eficiencia:
Si logramos dominar el tiempo cronológico empezaremos a disfrutar del Kairós. Éste es el que permite expresarnos en nuestra vivencia del tiempo y su aprovechamiento existencial. Es el que nos lleva saborear lo verdaderamente importante y descubrir el momento oportuno para hacer algo.
San Vicente de Paúl llegó a ser un maestro del «momento oportuno», que, en su caso, es como decir «reconocer la hora de Dios». Para Él la obra de Dios requiere, entre otras cosas, tiempo. Él tenía claro que las grandes cosas de la vida nos se consiguen de pronto, se requiere tiempo para que crezcan y, además, hacer que ese tiempo sea consciente.
Quizás ha llegado el momento de hacer algo por «nuestro tiempo» y descubrir que no es tan difícil «sacar tiempo» para todo lo que verdaderamente es importante.
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